lunes, 25 de agosto de 2008

Autores Memorables - Dante Gabriel Rossetti, en Megafón Nro.2





Selección de The Blessed Damozel


The Blessed Damozel leaned out
From the gold bar of Heaven;
Her Eyes were deeper than the depth
Of waters stilled at even;
She Had Three lillies in her hand
And the stars in her hair were seven.[1]

Her robe, ungirt from clasp to hem,
No wrought flowers did adorn,
But a white rose of Mary´s gift,
For service meetly worn
Her hair, that lay along her back
Was yellow like ripe corn.[2]

Herseemed she scarce had been a day
One of God´s choristers;
The Wonder was not yet quite gone,
From that still look of hers;
Albeit, to them she left, her day
Had counted as ten years.[3]

(To one, it is ten years of years.
…Yet now, and in this place,
Surely she leaned o´er me, - her hair
Fell all about my face…
Nothing: the autumn-fall of leaves.
The whole years sets apace.) [4]

It was the rampart of God´s house
That she was standing on;
By God built over the sheer depth
The witch is Space begun;
So high, that looking downward thence
She scarce could see the sun.[5]

She gazed, and listened, and then said,
Less sad of speech than mild,
“All this is when he comes.” She ceased.
The light thrilled towards her, fill´d
With angels in strong level flight.
Her eyes prayed, and she smil´d.[6]

(I saw her smile.) But soon their path
Was vague in distant spheres:
And then she cast her arms along
The golden barriers,
And laid her face between her hands,
And wept. (I heard her tears).[7]



[1] “La Doncella Bienaventurada se inclinó / sobre la baranda de oro del Cielo; / Sus ojos eran más profundo que la hondura / De aguas aquietadas al atardecer; / Tenía tres lirios en la mano, / Y las estrellas de su pelo eran siete.”
2 “A su vestido, suelto desde el broche del dobladillo, / No lo adornaba ninguna flor, / Excepto una rosa blanca, regalo de María, / Llevada convenientemente para el oficio / Su cabello, que caía a lo largo de su espalda / Era amarillo como el trigo maduro”.
3 “A ella le parecía haber pasado apenas un día / De que era una de las coristas de Dios; / Todavía no se había ido del todo el asombro / De su tranquila mirada, / Para aquellos a quienes ella había dejado, su día / Había sido contado como diez años”.
4 “(Para uno son diez años de años. / ... Y sin embargo, en este mismo lugar, / Ella se inclinó una vez sobre mí, - sus cabellos / Caían sobro mi rostro... / Nada: la caída otoñal de las hojas. / El año entero pasa veloz.)
5 “Sobre la muralla de la casa de Dios / Ella estaba de pie; / Edificada por Dios sobre la profundidad vertical / Donde empieza el Espacio; / Tan alta, que mirando desde allí hacia abajo / Ella apenas podía ver el sol.”
6 “Ella miró, y escuchó, y dijo, / Su voz más apacible que triste, / “Todo esto sucederá cuando él venga”. Ella calló. / Y la luz iluminó, lleno / Estaba en el aire de ángeles en fuerte y parejo vuelo. / Sus ojos rezaron, y ella sonrió”.
7 “(Yo vi su sonrisa.) Pero pronto su camino / Fue vago en distantes esferas: / Y luego ella apoyó sus brazos / Sobre aquella baranda de oro, / Y dejó caer su rostro entre las manos, / Y lloró. (Yo oí sus lágrimas)."
[1] “La Doncella Bienaventurada se inclinó / sobre la baranda de oro del Cielo; / Sus ojos eran más profundos que la hondura / De aguas aquietadas al atardecer; / Tenía tres lirios en la mano, / Y las estrellas de su pelo eran siete.”
[2] “A su vestido, suelto desde el broche del dobladillo, / No lo adornaba ninguna flor, / Excepto una rosa blanca, regalo de María, / Llevada convenientemente para el oficio / Su cabello, que caía a lo largo de su espalda / Era amarillo como el trigo maduro”.
[3] “A ella le parecía haber pasado apenas un día / De que era una de las coristas de Dios; / Todavía no se había ido del todo el asombro / De su tranquila mirada, / Para aquellos a quienes ella había dejado, su día / Había sido contado como diez años”.
[4] “(Para uno son diez años de años. / ... Y sin embargo, en este mismo lugar, / Ella se inclinó una vez sobre mí, - sus cabellos / Caían sobro mi rostro... / Nada: la caída otoñal de las hojas. / El año entero pasa veloz.)
[5] “Sobre la muralla de la casa de Dios / Ella estaba de pie; / Edificada por Dios sobre la profundidad vertical / Donde empieza el Espacio; / Tan alta, que mirando desde allí hacia abajo / Ella apenas podía ver el sol.”
[6] “Ella miró, y escuchó, y dijo, / Su voz más apacible que triste, / “Todo esto sucederá cuando él venga”. Ella calló. / Y la luz iluminó, lleno / Estaba en el aire de ángeles en fuerte y parejo vuelo. / Sus ojos rezaron, y ella sonrió”.
[7] “(Yo ví su sonrisa.) Pero pronto su camino / Fue vago en distantes esferas: / Y luego ella apoyó sus brazos / Sobre aquella baranda de oro, / Y dejó caer su rostro entre las manos, / Y lloró. (Yo oí sus lágrimas)."

1 comentario:

CRISTIANO MARTÍNEZ dijo...

Hola ! Muy buena revista !

Me podrían decir cómo puedo hacer para enviarles algunos de mis poemas para que los publiquen ?

Gracias !